¿Qué es la gatoterapia?
La gatoterapia, o también conocida como terapia con gatos, es un tratamiento utilizado en algunas ocasiones para los problemas de ansiedad, y reducir el estrés, e incluso la depresión.
Se ha demostrado, tras numerosos estudios realizados, que personas que padezcan algún tipo de cardiopatía han experimentado mejoría tras convivir con gatos.
Estos mismos estudios se han realizado con perros, y los resultados obtenidos no han sido los mismos. Por lo que en ocasiones se ha llegado a afirmar que las personas que conviven con gatos, tienen menos probabilidad de padecer un infarto que las personas que no.
En casos estudiados con niños autistas, con síndrome de Down, y niños con trastornos conductuales se ha demostrado que el hecho de tener un gato, les ha ayudado a la hora de salir de su mundo interior y así ser conscientes del exterior. Ayudando a relacionarse con los demás.
Las propiedades antiestrés de los gatos
El gato, tal y como ocurre con todos los felinos, son animales muy autosuficientes. No se puede generalizar al decir que son muy independientes, porque eso va con la forma de ser de cada gato. Pero sí son muy autónomos; y aunque en un principio no lo parezca, los gatos tienen un vínculo muy especial con los habitantes de la casa.
Se ha demostrado que el simple hecho de acariciar a un gato, reduce el estrés. Incluso llegan a disminuir la presión sanguínea, e incluso bajan el ritmo cardiaco, ayudando por lo tanto a la relajación.
Es por lo cual, que para personas mayores, o que incluso puedan padecer algún tipo de demencia, como puede ser el alzheimer; es recomendable que tengan un gato. Simplemente acariciarlos, o jugar con ellos, ha demostrado retrasar los efectos de la enfermedad. Incluso su ronroneo, puede relajarnos, y estimular terminaciones nerviosas. Pudiendo llegar con ello, incluso a recordar historias de nuestro pasado.
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Gatos idóneos para la gatoterapia
No se puede decir que exista ninguna raza especial para practicar la gatoterapia. Ya que cualquier gato puede ser perfecto para tal fin. Aunque hay que tener en cuenta que necesitamos que nuestro peludito sea amigable, y que se le pueda acariciar con facilidad. E incluso no debe importarle que los niños los toquen, acaricien, o incluso que jueguen con ellos. Deben ser gatos pacientes con las personas.
Aparte, existen razas que son más idóneas que otras; por su característica forma de ser. Como por ejemplo el gato siamés, el gato himalayo, incluso el gato persa. Aunque reitero que la raza es lo menos importante en este caso.
Tenemos que ser conscientes de que los gatos son seres vivos, por lo que no podemos tratarlos como juguetes; y solamente utilizarlos cuando nos convenga. Hay que dejarles también su espacio.
Ni que decir tiene que tanto un gato que tengamos como compañía, o si lo utilizamos para la gatoterapia, debe tener su buena alimentación, vacunas, y cuidados pertinentes.
Otros beneficios de tener un gato
Los gatos no solo nos aportan beneficios utilizados para la gatoterapia en personas con problemas. La sola compañía de un gato nos aporta grandes beneficios.
Para personas que vivan solas, es una muy buena compañía. Aunque habrá momentos que ni siquiera los veas, te puedo asegurar que habrá otros que tendrás que echarlos de encima tuyo por lo pesados que se pueden poner.
A las personas mayores, les beneficia tanto el hecho de la compañía, como aportándole más actividad física. Ya que pueden jugar con el gato. Existen en el mercado juguetes con los que sin hacer grandes esfuerzos físicos, mantendrá a la persona más activa.
A los niños también les enseña responsabilidad y respeto a los animales. Tener que cuidar de ellos, estar pendientes de que no les falte comida ni agua, o educarlo. Son tareas que no son nada fáciles, pero muy beneficiosas para los peques de la casa. Aprenderán así que requieren de unos cuidados y que son seres vivos que sienten como nosotros.
Tanto si tienes gatos, como si te beneficias de la gatoterapia, me gustaría que dejaras tu experiencia en los comentarios, así podemos aprender más sobre el tema.
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Foto de Yerlin Matu en Unsplash