Este relato está basado en una leyenda celta que habla sobre la amistad y la aparición de las manchas blancas en el pelaje de algunos gatos negros (hay quienes los conocen como gatos-vacas). Por los tejados se escuchan murmullos de gatos que cuentan sus historias y una de ellas llegó a mis oídos. Entre pequeños maullidos y algunos ronroneos la pude escuchar de la boca de la que es conocida por los humanos como Vaquita, su nombre gatuno no lo conozco. Prometió contar el origen de sus manchas blancas en su impecable pelaje negro y me permitió compartir con ustedes parte de su relato. Algunos detalles deben permanecer en secreto, como por ejemplo, el verdadero nombre de la protagonista de la historia. Al referirse a ella dijo su nombre gatuno, pero no lo puedo repetir porque es información confidencial y solo se puede pronunciar con el idioma de los felinos. Así comenzó el relato:
Cuentan que en un lugar lejano que nadie sabe precisar, hace mucho tiempo existió una gata negra de ojos grandes y amarillos que vive rodeada de un grupo de humanos. De todas las personas que están a su alrededor, ella tiene un buen amigo, un pescador con el cual disfruta de una gran conexión.
Con él comparte los días llena de felicidad y lo acompaña en su trabajo en el mar. Endulza sus horas al realizar piruetas mientras juega con las redes que se encuentran a bordo, él sonríe entre una gracia y otra. En el viaje de ida y vuelta y en los pocos momentos de ocio, tienen largas charlas sobre las aventuras vividas en el océano, sus fascinantes paisajes y otros temas que los apasionan. Ambos se adoran, están muy unidos, comparten comida y duermen juntos.
Llegó un día en que el mar está picado y el pescador, temeroso que le pase algo malo a su amada minina, no quiere que lo acompañe. Le explica que tiene que trabajar, pero el mar se encuentra revuelto y no desea que corra peligro. «Es mejor que me esperes en la casa», le dijo. Sin embargo la gata no acepta quedarse y él decide dejarla al cuidado de su madre. Ella, para que no siga a su hijo hasta el puerto, la encierra en la vivienda.
En cuanto el pescador parte la gata comienza a maullar y la madre, que conoce el fuerte lazo que los une, no se atreve dejarla salir. Se acomoda con ella en su habitación y juntas pasan la noche. Los maullidos no paran y la mujer temerosa de que escape y salga a buscar a su hijo decide trabajar menos y pasar más tiempo a su lado. Le habla, la acaricia, pero sus lamentos no cesan, le pregunta por su amigo. Es como si presintiera que algo malo le ocurre. A los pocos días ambas comparten la angustia y una mañana un vecino toca la puerta con una mala noticia en sus labios: la vigorosa tormenta hizo desaparecer la embarcación y él desapareció entre las olas.
La madre y la gata se miran. Ésta le maúlla «Voy a buscarlo» La mujer no desea perder a su otra hija, sin embargo no puede evitar que se escape y la observa correr hasta la playa. Se queda sola con los ojos llenos de lágrimas, sin hijos, pero en su corazón se anida la esperanza. Sabe que volverán juntos.
Al alcanzar la playa la gata busca al pescador, sin encontrarlo. Continúa su búsqueda incansable por muchos días. Camina cerca del mar por diferentes lugares, atraviesa poblados hasta llegar a un lugar muy lejos del hogar, a otro pueblo al norte de la isla. Ya han transcurrido varias semanas, se encuentra delgada, cansada y sin ganas de seguir el camino, entonces se asoma al acantilado y le dice al océano: «Llévame con mi amigo al fondo de tu abismo. Te regalo mi alma, pues sin él no hay sitio para mí en este mundo» El mar le responde con el sonido estrepitoso de una ola gigante. Ella cierra sus ojos y se deja arrastrar a través del océano.
No sabe cuánto tiempo transcurrió sumergida y al despertarse se ve en los brazos de un hombre que la seca con cariño. Lo mira y el júbilo la embarga al reconocer a su amigo, el pescador. Al encontrarse sus miradas él la reconoce por sus enormes ojos amarillos y recobra la memoria que había perdido tras ese accidente en alta mar. La felicidad de ambos se funde en un fuerte y prolongado abrazo. La acaricia y nota que su pelos son distintos, le pregunta qué le ocurrió. La gata no puede responder porque la inmensidad del mar, con una voz impetuosa, irrumpe: «Ella me ofreció su alma a cambio de regresar contigo, pero no puedo privar al mundo de un ser tan noble, por eso la puse cerca de ti para que la rescataras. Yo me he permitido añadir mi recuerdo en su pelaje. Por eso, a partir de ahora, lleva dibujado en su manto la espuma del mar. También le concedo a ella y a sus descendientes un don: llevarán la armonía y la alegría en cada hogar que habiten». El océano guarda silencio y esboza un vaivén de olas apacibles.
La gata y el pescador vuelven al hogar. La madre, al verlos a lo lejos, no puede evitar exclamar palabras de regocijo. Se alegra mucho al contemplar que su hijo regresa sano, pero se extraña al mirar a su acompañante. No distingue con quién viene, sin embargo a medida que se acercan reconoce a su amada hija y se sorprende del cambio en su pelaje. Después de muchos abrazos y besos, pregunta qué ha ocurrido. Él cuenta lo que el océano les dijo y los tres deciden guardar esa información. Luego de muchas deliberaciones acuerdan llamarla con el nombre humano de Vaquita, de esa forma se aseguran que el secreto queda en la familia. Solo los gatos y ellos saben el verdadero origen de sus manchas blancas. También están de acuerdo que así es aún más hermosa.
Al pasar el tiempo Vaquita tiene algunos hijos que, iguales a las olas que no repiten sus formas, nacen con diferentes manchas blancas. A pesar que los humanos no conocen el origen ni el don que esconden esos tonos blancos, se cuenta que las personas encuentran armonía, alegrías y viven muy felices en sus hogares al compartir sus vidas con estos gatos.
Relato corto de Rosa Boschetti.
Existen una gran cantidad de razas de gatos. Descubre sus principales características. Verás lo sociable que es el gato Bengalí, maravíllate con las proporciones del Maine Coon, o la lealtad que demuestra el gato Esfinge. Además podrás encontrar la tranquilidad en el gato Persa, la increíble belleza del Bosque de Noruega, o sorprenderte del carácter del Gato Himalayo, y la curiosidad del gato Siamés. Todas diferentes y todas te sorprenderán.